Jueves, 20 de diciembre de 2012

Racing: Fin al esperpento

El Racing de Santander, un club que en pocos meses tratará de celebrar su centenario, vivió ayer un nuevo episodio negro en su tortuosa, compleja y posiblemente amoral trayectoria de los últimos años. La Junta General de Accionistas, nacida muerta, fue suspendida por decisión del consejo de administración de la entidad que optó por clausurar la reunión ante la imposibilidad de cerrar a cal y canto la sesión y evitar la presencia de los medios de comunicación, a quienes un día antes había reclamado que se acreditaran para el acto. El Racing es una sociedad receptora de millones de euros públicos, muchos de ellos entregados a fondo perdido. Aunque sólo fuera por eso -la salvaguarda del dinero de todos- la asistencia de los periodistas a la asamblea parece obligada como garantes de una libertad de expresión que en los últimos días trata de ser maniatada por el consejo racinguista. El hecho de que el consejo que dirige Ángel Lavín -nombrado por un expresidente Francisco Pernía que intenta seguir dirigiendo en la sombra bajo el manto de ser la voz del propietario Alí Syed, y 'asesorado' por Juan Antonio Berdejo- no quiera testigos, refleja hasta qué punto quienes dirigen el club cántabro han perdido el rumbo. Actúan desde una posición dominante (el 98,9% de las acciones), pero con una soberbia impropia de quienes dirigen una entidad que aúna a cientos de pequeños accionistas, miles de socios e infinitos sentimientos. Esa transcendencia del Racing nunca ha sido entendida desde el consejo, que sigue enrocado en sí mismo, y tomando decisiones (la de asignar por primera vez un sueldo al presidente que no es accionista ni socio, es un ejemplo palmario) que ahondan en la crisis. Una huida a ningún sitio por parte de un consejo que debería dimitir y propiciar un renacimiento del Racing. Lo contrario es perpetuar una agonía que puede velarse de forma efímera si llegan los resultados deportivos.
La historia del Racing no puede ser arrastrada por más tiempo. Peor aún es el desprecio hacia los pequeños accionistas del Racing. Si bien es cierto que la gran mayoría de la sociedad cántabra ha mirado para otro lado cuando se le ha pedido una aportación para involucrarse con el equipo, también lo es que miles de ciudadanos respondieron en la medida de sus posibilidades a esos llamamientos. Son accionistas de su club de toda la vida y merecen un respeto, que el actual consejo ignora. Es más, la elección de los bajos del campo de fútbol de El Sardinero para la celebración de la junta (un espacio sin las exigibles condiciones de habitabilidad y seguridad) supone un desprecio hacia los dueños del Racing, sean o no minoritarios. Quien ayer actuó con temple, sensatez y profesionalidad fue la Policía. Mientras, otros que se dicen aficionados, siguen haciendo un flaco favor al racinguismo con su violencia verbal, siempre condenable.
Al actual consejo del Racing le asiste la legitimidad de representar al 98,9% del accionariado de la mano de las gestiones realizadas por Francisco Pernía. Pero esa posición de dominio se ha convertido al mismo tiempo en el gran problema de la entidad. Los actuales gestores son en este momento más que una solución un estorbo, dada su incapacidad para clarificar el futuro del club y dotarle de estabilidad, mesura y seguridad jurídica; una incertidumbre que tiene cita, quizá no decisiva, en los juzgados por la demanda planteada por Jacobo Montalvo, anterior propietario. La deriva del Racing ha agotado su crédito institucional y los comportamientos públicos de los representantes del club no hacen sino empeorar día a día la situación. No sólo su conducta es errática en lo deportivo, con decisiones cuestionables, sino que determinadas actitudes revelan un alejamiento absoluto de lo que representan unos colores sentidos como propios por generaciones de cántabros. No va más.

Fuente: El Diario Montañés 


Publicado por Castro2 @ 19:21 | 0 Comentarios | Enviar

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