Son las once y la puerta de El Sardinero está cerrada. Fabri no quiere enseñar lo que prepara. Los jugadores entrenan y alguien pasea por la banda mientras habla por teléfono. No tiene ningún cargo en el club, pero todo el mundo le conoce. Le gusta dejarse ver ante la plantilla. Incluso, ocupa, en la práctica, el despacho más importante de las oficinas del estadio y no es extraño oír su voz de fondo cuando se habla por teléfono con el presidente, Ángel Lavín. Es Francisco Pernía, la cabeza 'invisible' de un Racing del que fue presidente oficial y ahora es mandamás en la sombra. Él maneja los hilos de una actualidad convulsa.
El Racing es un sociedad anónima deportiva inmersa en un proceso concursal, sin consejo de administración registrado al completo, con un propietario desaparecido, Alí Syed, y con un expediente de regulación de empleo que afecta, de una u otra manera, a 14 empleados (una vez alcanzado un acuerdo con los cuatro futbolistas incluidos en un primer momento: Arana, Cisma, Torrejón y Francis). Y, además, con un juicio a la vista (el relativo a la reclamación de Jacobo Montalvo) para discutir sobre la propiedad de las acciones. Ese es el escenario al que se tienen que enfrentar a diario los jugadores y su afición. Dirigentes enfrentados a peñistas, consejeros enfrentados entre sí, correos electrónicos para firmar treinta contratos en diez horas, dimisiones, guardaespaldas en la puerta, venganzas personales... Un pozo que, cada día, parece más profundo. El problema es que en el fondo está la posible desaparición de una entidad que, curiosamente, este año celebra centenario. Una entidad que, además, aglutina miles de sentimientos en la región. ¿Está el Racing tocado de muerte?
En medio de este panorama, los futbolistas intentan aislarse y sólo pronunciarse sobre el campo. Aunque el inicio deportivo de Fabri fue dubitativo, poco a poco, los resultados han ido aportando la calma necesaria. Las últimas victorias ante el Lugo, en Copa del Rey, y Recreativo y Mirandés, en Liga, han suavizado las críticas contra el gallego por su forma defensiva y ultraconservadora de jugar al fútbol. A pesar de esto, se sigue viendo mucho 'cemento' en las gradas de El Sardinero. La afición está desencantada con la manera de gestionar la entidad y, en cada minuto trece de los partidos, se lo recuerdan a la directiva con un potente concierto de viento. Aglutinados en torno a la Asociación de Peñas (APR) y a la de pequeños accionistas (AUPA), los seguidores racinguistas se han organizado en su 'lucha' contra los que consideran «indignos». A última hora, la Asociación de exjugadores, que preside Manolo Higuera, está pensando unirse a la causa contra el Consejo. Precisamente Higuera es uno de los abogados que representa al Gobierno regional, en el litigio que el Ejecutivo tiene abierto contra Alí Syed en el Tribunal de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Madrid.
A pesar de estos inconvenientes, Pernía ha conseguido modelar un entramado que se sostiene, aunque la solidez de sus soportes tenga el grosor de un mondadientes. Su mano está detrás de todo. Hay riesgos, sí, pero parece difícil que desmonten la estructura a corto plazo. Es una cuestión de tiempo. En el entorno del Racing se especula a menudo con una nueva intervención judicial sobre la sociedad. Con las leyes en la mano, según las fuentes jurídicas consultadas por este periódico, el Juzgado de lo Mercantil de Santander no puede intervenir. El papel del tribunal terminó cuando se firmó el convenio de acreedores.
Lo que le queda es únicamente un procedimiento paralelo relativo a dirimir si se puede exigir alguna responsabilidad a los gestores del Racing. Pero, de tener consecuencias, no sería antes de la primavera del año próximo. El juzgado recibirá, para ello, los informes de la administración concursal y del ministerio fiscal. Después, citará a los gestores - a los antiguos y a los actuales-, de la entidad concursada. Si nadie solicita la culpabilidad para ellos (que puede afectar a cualquier dirigente en los dos años previos a la declaración del concurso), la historia estará agotada en poco más de un par de meses. Si se pide, se alargará el proceso. Pero hasta esto puede quedarse en poco más que un trámite. Una sentencia de culpabilidad supone, en la práctica, la inhabilitación para desempeñar un puesto en la gestión. Pero Pernía no tiene puesto conocido en el Racing...
Queda el cumplimiento del convenio. Es decir, pagar lo que se debe a los acreedores. Pero tampoco es un problema urgente para la actual directiva. El convenio tiene una duración de cinco años y no está previsto iniciar los pagos hasta dentro, aproximadamente, de dos (es lo estipulado). Calma por ahora (aunque las actuaciones presentes puedan poder en evidente peligro las obligaciones futuras). Porque puede que, para entonces, ninguno de los actuales dirigentes esté ya en su puesto y ya no sea 'su problema'. Si no se paga y algún acreedor denuncia, se iniciaría el proceso de disolución. Así que, por ahora, es suficiente con cumplir las obligaciones de pago pactadas con Hacienda y la Seguridad Social (las prioritarias en el convenio).
La siguiente vía es a la que más suelen apelar todos los que tratan de 'meter mano' a los peones que Alí y Pernía han puesto al frente para no perder el control del club. El Consejo necesita contar con siete miembros registrados. Sin ellos, no se puede elegir a un consejero delegado (la figura que antes representaba el propio Pernía). A día de hoy, hay cinco ya registrados (Lavín, Campos, Saiz, Syed y Weber). Faltan los dos primos del empresario indio, que tienen que arreglar su NIE, algo para lo que Pernía se habría desplazado hace dos semanas a Bahréin. Tanto Saiz como AUPA -aunque por caminos muy diferentes- han puesto sobre la mesa privada o públicamente sus dudas legales respecto a la validez y la legalidad de actuaciones y contratos firmados una vez que se rompió el consenso en el Consejo. Es decir, cuando Manolo Saiz empezó a ser incómodo y se le dejó al margen. Porque fue ahí cuando se dio el giro más retorcido al caos.
La legalidad o no de los contratos en ese tramo de tiempo -la ruptura del consenso en el Consejo y el futuro registro de todos sus miembros- forma parte de una discusión legal. Porque ahí se han aprobado varios fichajes y otras cuestiones. Para algunos letrados, los acuerdos serán legales en cuanto el órgano de gobierno esté legalmente inscrito en el Registro con todos sus miembros y el consejero delegado sea elegido. Para otros, eso es muy discutible.
Ley concursal, expediente de regulación de empleo, problemas en el registro del consejo y dudas sobre la legalidad de sus actuaciones... A esto se suma el juicio pendiente tras la reclamación presentada por Jacobo Montalvo, anterior propietario de las acciones. Está previsto para octubre, pero hasta esto puede dar un vuelco (o sea, sufrir un retraso). Nadie conoce las intenciones de un empresario indio acusado de una presunta estafa internacional y que sigue alimentando teorías de todo tipo respecto a su aparición en Cantabria o el dinero que puso. A 'sus consejeros' les ha dicho que está convencido de que ganará el pleito porque Montalvo no cumplió con lo acordado. Dice que, por eso, dejó de cumplir lo firmado. Pero hay un problema. Su fama de no pagador le está complicando encontrar representante legal en España (Weber ya no es su abogado) y podría barajar pedir un aplazamiento. En todo caso, una devolución de las acciones a su antiguo propietario tardaría meses en ser efectiva.
El 'estallido'
Para todo queda, por tanto, tiempo y eso le da a Pernía margen de maniobra. Pero algo torció el plan y desnudó por completo el guión que tenía establecido. La 'rebeldía' de Manolo Saiz y su discrepancia directa con el resto de consejeros. Fue el propio Pernía quién lo eligió. Lo intentó incluir en diciembre (en el frustrado primer intento de formar un Consejo) y, después, se dejó caer a menudo por su negocio en Torrelavega. Hasta que le 'fichó' para la junta de mayo, la que deparó las violentas escenas a las puertas de la Universidad que dieron la vuelta al mundo.
Francisco Pernía buscó personalmente a sus consejeros. De entrada, un amigo personal del círculo de confianza y antiguo compañero de colegio en los 'Sagrados Corazones' de Torrelavega. Pernía y Ángel Lavín, 'Harry', se conocen desde niños. Son íntimos. Con ellos, Toño Gorostegui, un deportista con buena reputación y bien visto en la clase alta santanderina. A José Campos llega tras la llamada que recibe de su mujer, Carmen Martínez Bordiú, que pregunta con quién tienen que hablar los intermediarios de un grupo ruso que podría estar interesado en comprar el Racing. Todos los caminos conducen a Pernía. En este grupo, Manolo sería el encargado de dotar de un carácter de gestión deportiva al grupo. También conoce a Pernía desde hace años (fue también alumno de los 'Sagrados Corazones') y tiene contrastada experiencia.
El primer revés fue la renuncia casi inmediata de Gorostegui -al que le vinieron a decir en su entorno que no sabía dónde se estaba metiendo-. Pero eso no frenó la 'hoja de ruta'. Puestos a elegir presidente -y pese a ser el único sin vertiente pública o especialidad reconocida-, el nombre de Ángel Lavín fue el primero en salir. Justo el amigo más fiel de Pernía.
Tampoco la reclamación judicial de dos miembros de AUPA pudo detener un plan que se topó también con los administradores concursales. Fue Manolo Saiz el que polemizó a menudo con ellos, especialmente con Santiago Ruiz Asenjo. El contrato del propio Saiz y el de su apuesta para el banquillo, Juan Carlos Unzué, les enfrentaron y salpicaron de polémica los titulares de prensa. Porque Saiz empezó a aglutinar poder y protagonismo, a coger las riendas del funcionamiento del club. Negociaba directamente los fichajes, apretaba a los intermediarios -en su gestión gastó 23.000 euros en pagos a representantes- e instaló su doble 'oficina' en las instalaciones de La Albericia y en el estadio de El Sardinero con vistas a los campos de entrenamiento.
Ferreiro, Bautista, Saizar, Yuste, Rochela, Gai, Longás... Saiz va cerrando jugadores. Ficha él y el consejo aprueba las decisiones por consenso. Tiene un proyecto, que, de hecho, presenta él mismo junto con Harry en rueda de prensa. Al mánager deportivo le unen vínculos con Sandro Rosell, presidente del Barcelona, y pretende implantar el 'modelo Barça' en Santander. Su primera opción para el banquillo es Luis Enrique, pero no le sale bien. Es el extécnico de la Roma el que le habla de Unzué que, más que entrenador de porteros en el Barça, centró su tarea en el filial, lo que le sirve para conocer bien la cantera azulgrana. Le encaja y en él centrará su 'copia' a escala del club catalán. Una idea que le lleva a negociar, incluso, con la empresa que cuida el césped del Nou Camp para que trabaje sobre la hierba de El Sardinero.
Pernía sigue, pero figura cada vez menos. Eso no está en el plan. A Saiz no le gusta que le manden y Pernía no está dispuesto a dejar de mandar. Además, el expresidente -que dijo no saber en su día nada de fútbol- tiene sus propias ideas sobre lo que necesita el equipo para ascender. A él le encaja Fabri. La destitución de Unzué es un ataque directo a Saiz y el torpedo que 'parte' al Consejo. Más aún, el acuerdo con la empresa encargada del césped también se rompe y se sustituye por otro con una empresa local, en principio, con menos experiencia (Brañanon Green S.L., en Ruiseñada, Comillas). Saiz queda arrinconado y advierte de que él no quiere formar parte de las decisiones que se toman desde ese momento. No tiene claro que sean del todo ajustadas a derecho. El club, además, públicamente ofrece una imagen de desunión a solo cinco días del inicio del campeonato. Porque se da, además, una manifestación inédita, la de toda la plantilla apoyando al entrenador que se marcha y posicionándose frente a los dirigentes a las puertas del estadio de El Sardinero.
Pero Pernía ha recuperado el control plenamente y toma nota. Él vuelve a llamar directamente a los jugadores a los que el club quiere fichar, negocia, se sienta en el sillón del despacho del presidente (que ahora, cubiertas las ventanas con persianas venecianas, ya no se ve desde el exterior del edificio) y da órdenes a los empleados del club en las oficinas. Como siempre. Hasta apaga fuegos cuando surgen. Sin ir más lejos, fue a la Liga de Fútbol Profesional a resolver los problemas surgidos con el fichaje de Bocanegra. Un viaje en el que pudo, además, cumplir más misiones. Porque en esas mismas fechas Manolo Saiz pidió reunirse con todos, con la presencia de la Comisión de Seguimiento del convenio de acreedores. Esa comisión está formada por el propio Racing (el abogado Berdejo, vinculado a Lavín), un representante de los acreedores (Corelia) y uno de la Liga, Javier Gómez Molina. Este último confirmó a Saiz que asistiría al encuentro. Pero, casualidad o no, tras la visita del expresidente verdiblanco (que mantiene sus cargos en la Federación y en la propia Liga, independientemente de carecer de puesto reconocido en el Racing), la esperada llegada del representante de la competición no se produjo. De hecho, la reunión quedó en nada.
Así, en la actualidad, son pocos y mal avenidos. Alí, Harry y Campos, por un lado, formando equipo con Pernía y asesorados por Berdejo; Weber como 'agente libre', pero ligado al bloque del expresidente, aunque con una continuidad difícil de entender más allá de cobrar lo que se le debe (ha dejado claro que ya no es el abogado de Alí y Saiz, solo y advirtiendo a los demás que él no acepta los contratos firmados una vez roto el consenso. Más aún, si los dos primos del propietario finalmente se registran, no es descartable que el exdirector ciclista pueda dejar el Consejo, con lo que volvería a quedarse sin los miembros necesarios para una 'vida normal'.
Y con Fabri en el banquillo e incluido entre los objetivos de una afición crispada. Su llegada viene 'marcada' por este contexto. El técnico es ajeno al revuelo, pero se asocia su fichaje -con espantada en Huesca incluida- directamente a quién le trae. Por eso él también se convierte en objetivo de unas críticas que se materializan en el minuto trece de cada partido. De hecho, cuando Pernía inicia su plan cree que la oposición será sólo de un sector muy concreto («los cuatro de siempre», «Bernardo Colsa y sus amigos»...). Pero la crítica está mucho más extendida.
Detalles y compradores
El caos se hace aún más evidente con los detalles. Por ejemplo, el hecho de que en la página web del club todos los enlaces funcionan menos los que hacen referencia al apartado 'Presidente' y 'Consejo de Administración'. O que hasta tres jugadores hayan estado en La Albericia con el acuerdo verbal de formar parte de una plantilla de la que, finalmente, nunca fueron miembros (Baltasar Rigo, Akinsola y Bouzón). Hasta el caso de algún futbolista -Saizar- fichado este mismo verano al que le dijeron que no contaban con él antes del tercer partido de Liga. Mientras, AUPA busca cualquier recoveco legal que le permita desalojar a los actuales dirigentes.
Lo último, un acuerdo por algo más de 199.000 euros con Juan Carlos Unzue por la rescisión de un contrato que, es evidente, sí que existía (aunque se mantuvo lo contrario). La cantidad justa para que no sea necesaria la revisión por parte de la Comisión de Seguimiento por poco más de un mes de trabajo. Es más, el pretexto para la destitución fue que lo firmado pondría en peligro la supervivencia del Racing. Era mucho dinero. Pero el argumento pierde peso cuando, finalmente, su marcha supone tirar una considerable cantidad a 'la basura'. Además, Rigo ha pedido el viernes en el Orecla un millón de euros por su salida del club.
¿Y los posibles compradores? No han aparecido. La vía de una venta es la única que puede dar sentido a la decisión del expresidente en mantenerse el poder (además de la obsesión personal de no ceder el puesto a sus 'enemigos'). Pernía ha asegurado estar en contacto con varios grupos. Lo ha filtrado a los medios en muchas ocasiones y se lo ha dicho a sus propios compañeros de viaje. A ellos les ha citado varias veces a una reunión que, hasta ahora, no se ha producido. Con un presunto grupo ruso interesado, con otro grupo alemán... Incluso circula por el club un documento en el que el expresidente exigía a los interesados el puesto de presidente o consejero delegado, en caso de venta.
Pero sí hubo contactos. De hecho, el Gobierno de Cantabria vio en esta opción una posibilidad de quitarse 'el marrón' de encima. Desde el Ejecutivo se ha intentado trabajar, por un lado, en esta opción (un grupo americano mantuvo contacto directamente con ellos y el empresario vasco Gorka Arrinda incluso charló con el presidente Ignacio Diego). Pero, en paralelo, se dieron tímidos pasos para consensuar una candidatura alternativa a la de Alí en la Junta de mayo (tras varias reuniones con AUPA). Una y otra fueron un rotundo fracaso. Más allá de eso, de recriminación política y de declaraciones cargadas de buena intención, la Administración no ha movido pieza para, entre otras cosas, recuperar un dinero que no ha recibido (la parte del crédito de Cantur que aún falta por cobrar).
Porque el Racing tiene precio. El que lo quiera debe poner entre cinco y seis millones de euros para hacerse con en torno al 60% de las acciones del club. Pero los interesados salen espantados en cuanto echan un vistazo. No ven seguridad para su inversión y, pregunten donde pregunten, las referencias no son buenas.
Y el racinguismo, en sentido amplio, asiste a un espectáculo de deterioro que va mucho más allá de la imagen del equipo sobre el césped de un Sardinero cada vez más vacío. El Racing está enfermo y seriamente amenazado. Ha protagonizado imágenes bochornosas en los últimos tiempos. Queda saber si los colores verde y blanco, si el escudo que aglutina una pasión para muchos inexplicable y con cien años, resistirá o acabará muriendo.
Fuente: El Diario Montañés