Casualidad o no, lo cierto es que el Racing de ayer ofreció la mejor -o, por lo menos, la más sólida- imagen de los últimos tiempos. Lo hizo precisamente el día en el que afrontó su compromiso doméstico sin la presencia física de Álvaro Cervera. El primer entrenador de los verdiblancos siguió el desarrollo del juego desde la Unidad Coronaria de Valdecilla, donde se encuentra en observación desde el viernes, aunque, según el club, participó activamente en la confección del once. Un equipo, el que saltó al césped de El Madrigal, que -llamativamente- puso en práctica algunos de los antiguos conceptos introducidos por Cúper o por el triunvirato encabezado por Juanjo González, y completado por Pablo Pinillos y Fede Castaños, el encargado de dirigir a la plantilla desde la banda en ausencia del ecuatoguineano. Un Racing más serio que de costumbre recordó a ese equipo que tampoco ganaba, pero que no perdía siempre. A la época en la que se gestó el único 'mérito' del que pueden presumir los verdiblancos esta temporada. El de ser los auténticos 'campeones del empate' -con 14- en Primera División.
Lo de Villarreal fue 'un curioso regreso al pasado' que se plasmó desde varios puntos de vista. El primero y más evidente tiene que ver precisamente con el banquillo. El octavo partido de la 'era Cervera' fue el mejor y también el único en el que el técnico titular no pudo seguir su desarrollo desde el césped. Llegaba al compromiso de El Madrigal con un balance de un punto sobre 21 posibles y ayer mejoró las estadísticas directamente desde el hospital. Ya son dos de 24. Además, los verdiblancos ofrecieron -por momentos- algunos de los mejores minutos de juego desde que el ex del Recreativo se hizo cargo de la nave. Entre otras cosas, el Racing mereció mucho más este punto que el anterior arañado en Sevilla y ante el Betis.
«Decidirá Cervera»
«Plantearemos el partido dependiendo de lo que él -Álvaro Cervera- me diga», anunció Fede Castaños en la víspera, pero lo cierto es que el sistema que presentó el Racing sobre el campo más parecía el de otra etapa. Un planteamiento que resulta cuanto menos peculiar, teniendo en cuenta que fue el propio Castaños, uno de los componentes del anterior cuerpo técnico, el que ejecutó los planes de Cervera en tierras castellonenses.
En Villarreal volvió al equipo gran parte de la vieja guardia pretoriana de los verdiblancos. De entrada, Gonzalo Colsa y Pedro Munitis fueron titulares. El primero formando junto a Diop en una sala de máquinas que fue prácticamente indiscutible para el triunvirato incluso tras la llegada de Marcos Gullón. Y, el del Barrio Pesquero, jugando los 90 minutos y demostrando que -al menos- sigue al mismo nivel que el resto de sus compañeros. Por momentos lo supera, como demostró sobre todo en la primera parte, y, en el resto, al menos no le falta entrega.
Regresó también Adrián y, en el centro de la defensa, el Racing se remontó incluso a épocas pretéritas. A la 'era Cúper'. Marc Torrejón y Álvaro González, absuelto para la ocasión tras su 'doble castigo' ante malaguistas y mallorquines, compartieron la jefatura de la zaga a la vez que enviaron al colombiano Bernardo a 'calentar banquillo'. Salvo algún despiste bien subsanado, la pareja de centrales fue de lo mejor del equipo. Al catalán y al lebaniego ni siquiera se les puede achacar nada en el gol encajado, que llegó tras el error de Cisma ante el paraguayo Hernán Pérez.
No más experimentos
Sobre el terreno de juego de El Madrigal cesaron las revoluciones en el equipo y también experimentos tácticos como el del trivote, el de los tres centrales y, sobre todo, el de entregarle gran parte de la responsabilidad a los canteranos. Quique Rivero y Javi Martínez ni siquiera viajaron -decisión que sí tomó Castaños sin consultarlo con Cervera- y Edu Bedia, indiscutible en los últimos tiempos, tampoco formó parte del once titular. Osmar fue el descarte y sólo Julián Luque volvió a ocupar un puesto de titular. Por la izquierda y, de nuevo, ofreciendo algunos detalles que hacen preguntarse cómo es posible que haya estado apartado del equipo durante la mayor parte de la campaña.
Capítulo aparte merece Jairo, uno de los jóvenes que también se requieren desde la grada, y que ayer fue el autor del centro al área que permitió a Lautaro Acosta batir de cabeza -quién lo iba a decir- a Diego López. El extremo de Cabezón de la Sal y el delantero argentino dejaron atrás su ostracismo y sus eternos problemas físicos, respectivamente, para -sobre la bocina- mantener al Racing con vida. O con respiración asistida.
Fuente: El Diario Montañés