«Tengo ganas de 'pringarme' con el equipo, de alegrarme con sus victorias y, también, de sufrir con sus derrotas». Seis meses después de partirse un tobillo, el centrocampista Gonzalo Colsa volvió a 'pringarse' y, tristemente, a sufrir con una derrota, la del Racing, coincidente en el tiempo con su triunfo personal en la batalla que libraba por vencer a las lesiones. Seis meses. Toda una vida para un futbolista cuya carrera profesional se muere y que ayer saltó al campo con la ilusión del debutante.
El equipo, y su afición, añoraban su clase, su carisma, su veteranía, su manejo de los tiempos y hasta sus extraños correres con el balón. Y aunque sólo unos minutos, 17, pudieron disfrutar de todo ello y felicitarse por la reentrada de Colsa en la atmósfera terrestre de los campos de fútbol.
Que Colsa haya estado ausente de los terrenos de juego durante seis meses no significa que lo haya estado de la primera línea de fuego. Además de guerrear con su tobillo, que le hizo pasar por el quirófano, el centrocampista cántabro, uno de los cuatro capitanes del equipo, ha tenido que tirar de galones para intentar levantar a una plantilla atrincherada en el desánimo absoluto y sin más munición que una huida hacia adelante.
Con ese peso a sus espaldas y el tobillo entre algodones, Colsa, que jugó su último partido en mayo -Racing-Mallorca, curiosamente- se plantó en el Iberoestar Estadio presto a respirar el fútbol como solía hacerlo antes del mes 'francés' que le dio su tobillo. Desde dentro. Como aquel día, bajó al vestuario, se puso el 8 a la espalda, se lo cubrió con la pelliza del suplente y, a la orden, saltó al césped para ejercitarse con el resto de los reservas -Mario, Picón, Christian, Osmar, Serrano y Ariel- aguardando la oportunidad que los raros derroteros que tomó el encuentro contra el Málaga no le dieron.
'Pringado'
Colsa vivió los primeros 60 minutos de partido sentado en el banquillo, los 13 siguientes calentando por la banda y los 17 últimos en su sitio natural, el centro del campo. Salió en lugar de Adrián González con el marcador dos a cero y apenas se colocó en la cancha vio a Ariel haciendo el dos a uno. Pensando que iba a jugar los minutos de la basura, 'Zalo' terminó disputando a muerte cada balón en busca de un empate que al final no llegó.
Con ganas de 'pringarse', el cántabro fue parte muy activa del asedio final del equipo a la portería del meta mallorquinista Dudú Aouate, con el que tuvo un encontronazo cuando ambos trataban de dar caza a un balón que Diop extravió en el área pequeña y al que, después, con el partido ya prácticamente inerte, intentó sorprender con un tiro lejano que le salió bastante desviado. Tendrá Colsa que ajustar la mirilla -aunque su tarea no sean los goles- y afinar su voz de mando en la medular -es la labor que corresponde- porque el castigo de Cúper a Tziolis y la marcha de Diop a la Copa de África lo van a requerir así.
Fuente: El Diario Montañés