A George Bernard Shaw no le gustaban las estadísticas. Los que las elaboran están hartos de escuchar su célebre frase: «Es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno». Y es que el manejo de esas técnicas puede ser pernicioso. Cúper lo sabe y el partido de hoy ante el Rayo Vallecano (El sardinero, 18.00 horas) le coloca de lleno frente a la trampa. Si vence, todo lo anterior será un éxito y al argentino le pondrán una medalla por perder sólo dos partidos de seis con este Racing de las apreturas. Todo un logro. Pero, si no lo consigue, quedará marcado por el dato y tendrá que escuchar que «este equipo no le gana a nadie». Victoria o derrota para juzgar todo lo hecho hasta el momento. Porque el empate -otro- es una variable que no está permitida en el 'partido de los pobres'.
El resultado no será la única estadística con protagonismo ante el Rayo. Está la del gol, directamente vinculada con la presencia mayoritaria de los empates. Una racha de cuatrocientos minutos sin nada que celebrar sólo conduce al déficit. El míster ha utilizado esta semana el ejercicio que todos los niños que han jugado al fútbol han practicado alguna vez. Se colocó de espaldas a la portería para recibir el balón y dejarlo en corto a derecha o izquierda a pies de sus jugadores. Un remedio arcaico pero eficaz si de lo que se trata es de puntería.
Pero no es sólo eso. Porque para 'fusilar' al portero es necesario tenerlo delante y, sobre todo, hacerlo rápido. El Racing es lento en punta pero tampoco es eficaz por banda. Precisamente lo que todos señalaron como el punto fuerte de la plantilla antes de iniciar la temporada. Hasta ahora, cuesta recordar a un lateral o a un extremo pisando la línea de fondo y colgando un balón. Eso ha hecho que Stuani y Ariel muestren más carencias que virtudes. Mucho más cuando han estado juntos sobre el césped. Lentos, torpes y desorientados fuera de su territorio vital. El 'Plan A' para compensar todo eso era Lautaro Acosta. A Cúper le toca hoy encontrar un 'Plan B'.
A los cántabros les tocará, además, llevar el peso del partido. Contra el Madrid se trataba de resistir. Pero frente a su vecino toca salir a ganar y sólo se gana si se tiene el balón para llevarlo hasta la portería contraria. Es la cuesta arriba de los equipos pequeños y un mal que ya se vio ante el Levante.
El otro partido
Y todo, frente al Rayo. Una encuesta entre periodistas en la semana previa al arranque liguero colocaba a los madrileños como el gran favorito para descender. Otra estadística. El conjunto de Vallecas se está empeñando hasta ahora en contradecir el sondeo. Cinco puntos y zona templada. En el césped de El Sardinero se verán las caras los dos equipos más maltratados por los despachos.
Porque Racing y Rayo competirán sobre la hierba pero lo han hecho durante todo el año en los titulares de los periódicos. Ambos comparten un pasado cercano y un presente ruinoso de propietarios con deudas, administradores concursales, impagos y presuntos salvadores de la patria... Esa situación pasa factura siempre. Lo que intentan sus técnicos es que se note lo menos posible donde, al final, más importa. Porque el fútbol se rige por la ley de la selva y las hienas se lanzan sobre cualquier ejemplar que se muestre débil. Si Racing o Rayo se quedan descolgados en la tabla a las primeras de cambio no habrá piedad. Por todo eso, el partido de esta tarde se ajusta a la lista de tópicos: nuestra liga, más que tres puntos, una final anticipada, rivales directos...
Queda otra estadística que el Racing debe desmontar con urgencia. El nivel de asistencia a El Sardinero asusta. Es, de largo, el más bajo de las últimas temporadas. Se habla de horarios y televisiones, pero es obvio el clima de malestar y desencanto de muchos aficionados. La entrada ante el Levante fue casi ridícula y ante el Madrid hubo más ruido que nueces. Los aficionados se volcaron con el equipo -la idea de 'la gradona' (grada joven) parece todo un acierto- pero ante los blancos pocos recuerdan tantos asientos vacíos. Eso es muy peligroso si las cosas se tuercen... Porque todo, cada pequeño detalle, tiene una repercusión directa en una estadística que no admite réplica: la clasificación.
Fuente: El Diario Montañés