Los 38 partidos de la Liga que hoy arranca se miran desde El Sardinero como una larga cuesta con un porcentaje de desnivel que algunos ya han juzgado como insalvable. El Racing de las contradicciones empieza un nuevo ciclo con una sensación diferente a la que el fútbol suele tener en agosto. Frente a los mensajes habituales de esperanza y ese hormigueo que nadie puede robar al hincha previo al primer partido soñando con hacer historia en cada temporada, el casi centenario equipo verdiblanco parte desilusionado al mirarse a sí mismo. Rodeado por un entorno pesimista y atacado por una larga lista de debilidades internas. Y ahí, precisamente, está el reto. Porque este año hay mucho más en juego que una lista de puntos saldada con buenas cuentas. El Racing de la 2011-2012 es el de la supervivencia, el del rebelde empeñado en contradecir a un destino que parece cantado. Tal vez por eso, la voz quebrada de Luis Aldomar, el abonado con más vida a sus espaldas, habla de «un Racing que luchaba sólo por sobrevivir.». De eso se trata ahora, más que nunca.
No hace falta ser un experto analista para saber que tocará sufrir. Es lógica. Si la plantilla del año pasado sufrió de lo lindo, la actual, debilitada por la marcha de su material más sólido, rondará todo el año la cuerda floja. Falta calidad y jerarquía en todas las líneas y eso habrá que compensarlo. Por eso suena fuerte la palabra cantera, la cuerda a la que agarrarse cuando los barcos del fútbol están tocados y casi hundidos. Es el gran aliciente y el elemento que, a poco que dé, debe servir de enganche para que la grada se aferre a un club que sólo le regala titulares que invitan a salir corriendo.
Deportivamente, en el vestuario se escuchará más que nunca aquello de 'la unión hace la fuerza'. Porque la plantilla de Cúper no tiene, salvo que el mercado de fichajes lo remedie, ningún vendedor de camisetas. No hay estrella, no hay buque insignia, no hay un Zigic salvador o un Giovani malabarista. La mejor demostración es que, de largo, el futbolista más solvente de este Racing humilde es Toño, el portero, al que este ciclo le tocará trabajar mucho. A partir de ahí, solidaridad y fortuna. La necesaria para que los fichajes acierten con el gol y para que alguna de las promesas emergentes (Luque, Jairo, Alvaro.) no tarden en hacerse realidades palpables. Y todo con la vista puesta en que haya tres equipos peores. Así que cada semana se mirará con lupa el partido del Rayo, el del Granada o el del Levante (los únicos tres equipos que las casas de apuestas ponen por debajo del Racing).
Nombres propios
Línea por línea, y dejando de lado lo mejor de la plantilla (con Toño y Mario los guantes no parecen preocupar), Cúper tendrá que sacar todo su arsenal de conocimientos para construir un once sólido. Atrás, preocupa la lesión de Torrejón. El catalán, pese al catálogo de carencias ofrecidas desde que llegó, lleva, a día de hoy, los galones de una defensa en la que ha irrumpido con fuerza el nombre de Álvaro. El lebaniego tiene el carácter que requieren los tiempos difíciles, pero el ímpetu que le sobra le falta en experiencia, y esas dos cosas juntas pueden ser un problema. Por eso, Marc debe ejercer de guía para su nueva pareja de baile en el centro de la zaga. Osmar tendrá que contagiarse de las ganas de Álvaro, que le ha adelantado claramente en el orden de prioridades. Con ellos, y a falta de otros, soluciones de urgencia como Christian en su doble versión de lateral o central, lo mismo que Cisma. Del andaluz se requiere su mejor cara, la del principio de la temporada pasada. La otra, la del jugador que ni atacaba ni defendía en el segundo tramo del campeonato, no tiene cabida. En el otro lado, a Francis le pasa exactamente lo mismo. Picón, uno de los beneficiados por la crisis del racnguismo, tendrá que apretarle las tuercas a base de competencia.
El centro del campo y a expensas del pivote con el que Cúper sueña cada noche, ofrece las dudas de la recuperación de Colsa, el nivel de Diop más allá del hacha que lleva en las botas, el carácter competitivo del tímido Bedia y el cambio radical al que debe someterse el insulso Adrián.
Porque las bandas invitan al optimismo con un Kennedy ascendido este año a coronel y un Arana que permanece en la plantilla como las bombas enterradas de la Guerra Civil, pendiente de explosión. Todo ello, con el permiso de Munitis y la incertidumbre de Serrano, al que la cal de El Sardinero espera con los brazos abiertos.
Arriba
Falta lo de arriba. La salsa del fútbol. El Racing le ha encomendado el gol a Stuani y se ha puesto a sus pies. Porque se confía en su instinto y porque no hay otro, salvo que Ariel sea lo que no pareció el año pasado. A su lado, a Acosta le tocará poner la magia. El pequeño atacante iba para estrella, pero su luz se le empezó a apagar por el tobillo. Fútbol tiene. Habrá que ver si es capaz de reencontrarlo.
Y en el análisis ya sea por banda o como suministrador de gol, falta un chico que el año pasado hizo sonreír al racinguismo. Julián Luque, como el Racing, se la juega este año. Porque las circunstancias obligan a madurar antes y esta vez no será suficiente con destellos. Él es el ejemplo del hueco que a la Cantabria futbolística le queda para la ilusión. Él y Jairo, Docal, Javi Martínez...
Porque, pese a todo, hay un núcleo duro de racinguismo que se ha sacado el carnet que entiende que este año el verdiblanco es cuestión de pasión. No quieren saber nada de dirigentes, accionistas, propietarios, inversores, políticos y jueces. Lo que quieren es que el Racing siga en Primera. Lo que quieren es la supervivencia de su sentimiento.
Fuente: El Diario Montañés