Viernes, 09 de abril de 2010

Al Racing y al Deportivo les gusta cambiar sus cromos

Cuando Pernía y Lendoiro se encuentran, alguien prepara la maleta. El puente aéreo liguero más transitado de los últimos años tiene sus vértices en Santander y Coruña. Y eso que no hay vuelo directo entre ambas ciudades. Radchenko abrió la veda del fútbol moderno y, desde entonces, casi una veintena de jugadores han cambiado la Torre de Hércules por el Palacio de La Magdalena (o al revés). Al Racing y al Dépor les gusta cambiarse los 'repes'.

Lendoiro tiene fama de buen negociador. Dicen que no da puntada sin hilo. Los Díaz, Manuel Huerta y Francisco Pernía se han sentado muchas veces en la misma mesa que el gallego. Dejando de lado tiempos remotos y décadas pasadas, la memoria se fija en hasta 17 nombres. Ese es el número de negociaciones fructíferas que se han llevado a cabo. Unas terminaron con éxito. Otras, en sonoro despilfarro. Casi una veintena de futbolistas. La cantidad de millones que ha viajado de una ciudad a otra está muy por encima de esa cifra. Y es que hubo operaciones con mucho peso. Algunas, incluso, aún colean hoy en día.

En 1995, el 'Zar' Dimitri Radchenko dejó en las arcas del Racing una cantidad de 380 millones de las antiguas pesetas. Llegó a Santander del Spartak y, a día de hoy, dos de sus partidos se encumbran entre las obras de arte de un racinguismo con pocas fechas en la vitrina. En los dos marcó. Fue frente al Barça en la noche de los sueños en forma de manita y en San Mamés, en medio del delirio. Aquella vaselina sobre la salida de Juanjo Valencia y la imagen del ruso de rodillas en el césped es una estampa grabada a fuego. Eso, y un buen saco de goles, le llevaron a estampar su firma con un Dépor comprador. Pero no salió bien. Fue cedido al Rayo y al Mérida y su carrera se diluyó por Japón y otros equipos menores.

Tuvieron que pasar tres años para un nuevo acuerdo. Fue en la misma dirección. El Racing vendía y Coruña compraba. El verano de 1998 fue interesante. La mirada de los técnicos gallegos se fijó en las carreras por banda de Javi López. Por el lateral se pagaron 350 millones. Pero en Riazor no se contentaron con eso y pocas semanas después se llevaron a otro de los protagonistas defensivos del cuadro cántabro. El argentino Gabriel Schurrer -hoy empleado de Lanús (el equipo desde el que llegó a Cantabria)- también cambió de aires. La cifra en aquel traspaso rondó los 500 'kilos'.

Ida y vuelta

«Te cambio un medio por otro», debieron decirse Miguel Ángel Díaz y Lendoiro justo en el arranque de la siguiente temporada. Pero el codiciado estaba en la capital cántabra. Y es que Víctor Sánchez del Amo completó un año fantástico tras su salida del Real Madrid. El madrileño fue protagonista de una operación curiosa. De hecho, fue presentado como blanquiazul antes de haber cerrado el acuerdo. Algo insólito. Las crónicas de aquel entonces hablan de 1.200 millones. El diestro jugó mucho y bien en Coruña.

En ese 1999, la carretera registró tráfico por dirección contraria por vez primera. El asturiano Manjarín se convirtió en racinguista. El precio por el futbolista, ya en la etapa final de su carrera, fue de unos 200 millones en los últimos coletazos de la peseta como medida.

Con Jaime Sánchez se inauguró una nueva era en las relaciones entre ambos clubes. Primero, porque fue en el año 2000 y, en segundo lugar, porque la fórmula empleada para aquella nueva muesca en la lista de operaciones fue la cesión. Era la segunda etapa del mediocentro en Santander y llegó para dar respiro a Espina en la medular. Ese tipo de acuerdo dio lugar a numerosos movimientos posteriormente. El Racing ha dado varias veces 'aire' a una plantilla -la gallega- con demasiado exceso de equipaje.

Pescar en el descenso

No fue un buen año para el fútbol en El Sardinero. De hecho, el 2001 suena a pesadilla. Gregorio Manzano se hizo cargo del colista de Primera tras el fracaso de la era 'Goiko' en el primer tercio de la Liga. En enero, al psicólogo le trajeron seis regalos para intentar salvar los muebles: Javier Mazzoni, Juan Manuel Delgado Moreno 'Juanma', Juan Pablo 'el changuito' Cárdenas y Mario Regueiro. El sexto era Luis Miguel Ramis, central cedido por Lendoiro en busca de un milagro que no llegó.

Por desgracia, ese año hubo otro movimiento. Y es que el descenso consumado al final de temporada obligó a poner el cartel de 'se vende' en las oficinas. Algunos habían apuntado que Amavisca llegó años antes a Santander para retirarse. Nada más lejos. El de Laredo, que llegó a ser capitán, dejó 300 millones en las arcas de un club ya de Segunda para jugar en el subcampeón de Primera y sumar minutos, incluso, en la Champions.

El traspaso del laredano supuso una etapa de tregua. En cuatro años, los caminos de los dos puertos de mar no se cruzaron. Ni de Galicia a Cantabria ni de Cantabria a Galicia. Lendoiro y los 'presis' del Racing no tenían 'repes'. De hecho, el siguiente movimiento no requirió de encuentros. Fue algo que sorprendió a muchos. Juanma (que llegó en aquel enero de urgencias junto a Ramis) terminó su contrato con los verdiblancos cuando el calendario de 2005 apuntaba a vacaciones. Jugó mucho, pero también se despidió salpicado por algunos episodios que no gustaron demasiado en la grada. No hubo renovación y, semanas después, fichó libre de traspaso. Caparrós, que lo había tenido en Huelva, lo quiso para su etapa al frente del banquillo. Con la nueva camiseta hasta le marcó goles al Real Madrid.

La gran evasión

Fue el preludio de 'la madre de todas las operaciones'. Pocas en el fútbol moderno han afectado a tantos jugadores. El futuro de hasta siete futbolistas se negoció sobre la misma mesa. Pernía y Lendoiro se convirtieron, durante semanas, en inseparables. Fue el año -el 2006- del famoso retorno a casa de Pedro Munitis. Más de un mes de encuentros y desencuentros.

El Racing estaba en plena campaña de 'regionalización'. Traer a Colsa y a Luis Fernández no resultó tan complicado. Pero la piedra filosofal del proyecto nació en el Barrio Pesquero. Hubo traspasos, cesiones y hasta acuerdos con vistas a un futuro que ha explotado este mismo año.

Por partes. Munitis estampó su firma en Santander y el guardameta israelí Dudú Aouate se encaramó bajo los palos de Riazor. Además, el Depor se quedó en propiedad con Antonio Tomás (aunque el Racing conservó el 50% de los derechos del centrocampista). Pero hubo más. Dos canarios, Rubén Castro y Momo, llegaron como cedidos para entrenar en La Albericia (apenas jugaron). Resulta curioso que éstos dos futbolistas recalaran en su día en Riazor como pago por la deuda que la UD Las Palmas tenía con el Dépor por el traspaso de el ex racinguista Schurrer. Todo está conectado. Vaya lío.

Y falta lo mejor. En aquel año 2006 alguien le dijo a Augusto César Lendoiro que incluyera en los papeles el nombre de un chico de unos 15 años que apuntaba maneras. Se llamaba Sergio Canales y el 50% de sus derechos quedaron también repartidos en aquel interminable contrato. Munitis, Aouate, Antonio Tomás, Rubén Castro, Momo y Canales. Suman seis y eran siete. Y es que en aquella historia salió a relucir el nombre de Lionel Scaloni. Por entonces no fructificó. Pedían demasiado por un futbolista que había cerrado una larga etapa frente a la Torre de Hércules. Tuvo problemas y estuvo casi apartado de sus compañeros en los últimos meses. Por eso, al final -y ya con la temporada empezada- el internacional albiceleste rescindió su contrato. Allí apareció Pernía para llevárselo. Hasta hubo impugnación de aquel fichaje, pero fue desestimada y Portugal contó con el argentino aquella temporada. Firmó por un año. Cumplió su contrato y se marchó.

Los dos últimos casos

La historia de 'Lio' -que no Leo- es muy similar a la de su compatriota Aldo Duscher. Marcelino pidió algo bueno, bonito y barato para la sala de máquinas de su equipo. El centrocampista quedó libre y el Racing lo recuperó para el fútbol. Sin pagar traspaso. Fue, de largo, su mejor campaña en la liga española. Un año y al Sevilla.

En la misma temporada llegó el último eslabón de esta larga cadena. El entrenador asturiano buscó un paisano para convertirlo en su jugador número doce. Para dosificar los esfuerzos que permitieran el desembarco en Europa llegó cedido Pablo Álvarez junto a Órteman e Ísmodes. Fue el último mercado de invierno de cambio de cromos. Enero de 2008. Al 'galle' (su apodo) lo intentó comprar Pernía al terminar el año, pero esta vez Lendoiro no quiso despegarlo de su album.

Augusto César y Francisco se verán el domingo. Y ya se sabe que el domingo es día de cambiar cromos.

Fuente: El Diario Montañés


Publicado por Castro2 @ 16:19 | 0 Comentarios | Enviar

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