Más le vale a Sergio Canales cuidarse bien esta semana: no tropezarse en la calle, no comer nada que le siente mal y no torcerse un tobillo durante un entrenamiento. Que no se le ocurra faltar a la cita del domingo: sabe de sobra que, de algún modo, está bajo sospecha, y que sólo con una actuación estelar frente al Real Madrid en los Campos de Sport conseguirá ser declarado inocente por la grada. Y quizás, ni así.
Salvó el primer escollo en San Mamés. Afortunadamente para él no salió expulsado ni lesionado, porque ya habían empezado a juntar palos para hacer una hoguera y quemarle en el aparcamiento de El Sardinero.
Durante todos estos días previos, Sergio Canales se ha convertido en un profesional en el arte de escurrir el bulto. Ayudado por el club, que le hace la labor de cobertura, va descontando las jornadas en las que no hace una sola declaración, a pesar de la cola de medios que han pedido la vez para que diga que para él lo importante son los tres puntos en juego. El Racing, de momento, no cede, y se sigue resistiendo a que el muchacho ofrezca las respuestas previstas a las preguntas conocidas.
Un mal recuerdo
Sin duda, es el miedo a meter la pata, a que se vuelva a hablar del desafortunado posado con la camiseta del Madrid y a esas declaraciones, fuesen ciertas o no, en las que venía a decir que ya se había tatuado el escudo a la altura del corazón. Por otro lado, también es de suponer que no tenga ganas de pisar callos en la capital.
La comparación con Munitis está en boca de todos, pero las circunstancias que rodearon y rodean a cada uno son bien distintas, aunque se repitan protagonistas: Pedro se iba; Sergio entra. Munitis estaba más que harto; Canales está ilusionadísimo.
En cualquier caso, resulta muy cutre incluso imaginarse que Florentino Pérez llame a casa del chaval para decirle que tire los balones fuera. Un equipo plagado de estrellas, en el que Canales, hoy por hoy, se encargaría de llevar las botellas de Gatorade, no puede caer tan bajo. Aunque se acuerde de Munitis.
Sergio sabe que se somete a examen, y también sus compañeros, que le vienen dando mimos desde el lunes. El entrenador, Miguel Ángel Portugal, sigue contando con él como una pieza fundamental para el choque. Ayer le tuvo entretenido ensayando saques de falta desde el borde del área. Acompañado por Christian, con unos cuantos monigotes colocados para obligarle a afinar la trayectoria del balón, y con Pedro Alba bajo los palos para indicarle dónde tiene que colocar la pelota para que no llegue ni Casillas, el chico se preparó para rebañar la más mínima ocasión que ceda el Real Madrid el domingo.
Sin descanso
Siguiendo con el míster, éste ha decidido que esta semana, dada la entidad del enemigo, no se descanse. Desde el partido del lunes contra el Athletic, la plantilla no ha parado quieta. Si el martes tocó trabajo suave, ayer fue día de sudores. Tres grupos y ejercicio constante y exigente, antes de terminar con un partidillo para quitar las ganas de balón.
Un día más, Marc Torrejón se ejercitó por separado, aunque ya da su lesión por superada. La ausencia obligada de Oriol -por doble motivo, ya que aparte de la tarjeta roja a redimir, sufre un esguince de tobillo- puede obligar a acelerar un poquito su recuperación, aunque el técnico dispone de la alternativa de Moratón para tapar el hueco en el puesto de central.
El Racing seguirá preparando el encuentro, sin guardar descanso por la Semana Santa. Hoy tocará en El Sardinero y a puerta cerrada, para poder sorprender mejor a los de Pellegrini con alguna nueva estrategia.
Fuente: El Diario Montañés