Lunes, 08 de febrero de 2010

Clamor contra los ?rbitros

El Racing -su entrenador, su presidente, su afición- se ha hartado ya de los malos arbitrajes. De decisiones injustas que cuestan partidos, puntos, eliminatorias de Copa. Primero fue lo de Mateu Lahoz en el Vicente Calderón. Después lo de ayer, lo de José González González. Y el racinguismo dijo basta. ¡Hasta aquí hemos llegado!, afirmó ayer. ¿El árbitro?, le preguntaron a Miguel Ángel Portugal. «De puta madre... para el Atlético de Madrid, claro», dijo en todo irónico. ¿El árbitro?, le cuestionaron a Francisco Pernía. «Nunca hablo de ellos, pero ha llegado el momento. En Cantabria nunca llueve tanto como dicen», afirmó también en tono jocoso. Y a la afición no hizo falta preguntarla. Sus gritos de «penalti, penalti, penalti» cuando Munitis era derribado a varios metros fuera del área o sus pañuelos en la entrada de De Gea a Tchité que mereció la tarjeta roja y no se quedó ni en falta, lo dicen todo.

Con toda esta situación, la revancha del Racing ante el Atlético tendrá que esperar hasta el jueves. Ayer, el conjunto santanderino sólo pudo empatar ante el equipo 'colchonero' en un duelo marcado por la mala actuación arbitral.

Desde el primer minuto de juego quedó bien claro que el partido de ayer era importante para ambos equipos. Estaban en juego algo más que tres puntos. Para los cántabros, era el primer acto de una revancha que tendrá su continuidad el próximo jueves. Para los madrileños se trataba de un partido vital para no verse metido en problemas.

Y bajo estas dos premisas se puede entender la intensidad con que los dos conjuntos lo afrontaron.

El Racing, necesitado de una victoria que le afianzara en la zona tranquila y que, además, le diera la dosis de moral necesaria para afrontar la vuelta de las semifinales de Copa en las mejores condiciones, lo tuvo claro desde el principio. El equipo de Portugal, representado en el banquillo por Fede Castaños, asumió la responsabilidad de llevar el control del juego, algo que siempre se le atraganta a los cántabros, mejor dotados para otros menesteres, es decir, para ver como es el rival el que maneja el balón y ser ellos los que salen a la contra. El papel preferido por el Racing lo desempeño con agrado el equipo 'colchonero'.

Los problemas del Racing en estas circunstancias quedaron patentes a las primeras de cambio. Colsa y Diop tenían verdaderos problemas para iniciar las jugadas en el centro, lo mismo que Munitis, Canales y Toni Moral un poco más arriba. Las aproximaciones del Racing al área atlética, porque hay que hablar de aproximaciones, no de ocasiones, eran fruto de jugadas embarulladas, de salidas a trompicones de alguno de los hombres de arriba. Como en otros muchos partidos, no había la fluidez necesaria como para llegar hasta De Gea con opciones de marcar.

Tampoco lo estaba haciendo demasiado bien el equipo de Quique Sánchez Flores, empeñado en guardar la ropa en su campo y tratar de aprovechar alguna salida rápida de uno de sus atacantes. Sin embargo, el equipo madrileño tuvo un factor a su favor: la calidad. Eso le sobra.

Un balón controlado por Simao en el centro del campo acabó con un envío del portugués que dejó solo a Forlán delante de Coltorti. Superada la incertidumbre de un primer rechace en el poste, el balón acabó en el fondo de la portería del Racing. El Atlético había llegado en una ocasión hasta la portería verdiblanca y había marcado un gol. Lo dicho, la calidad estaba siendo determinante.

Tras el gol, un destello aislado en medio de un partido muy pobre, las cosas continuaron por los mismos derroteros. Es decir, el Racing, más con el corazón que con otra cosa, trataba de llegar como fuera hasta las inmediaciones del área rojiblanca. El recurso era casi siempre el mismo, buscar la espalda de los defensas y que Canales o Tchité pudieran controlar algún balón. Y la verdad es que no le dio demasiados resultados, al menos con estos protagonistas, porque en la primera ocasión que dispuso Colsa, el santanderino logró empatar el encuentro. Pinillos centró desde la derecha y Perea, que recordó muy poco al central serio que se pudo ver el pasado jueves en la Copa, se tragó el balón, que quedó a pies de Colsa. Solo ante De Gea, el centrocampista consiguió empatar un encuentro que, de nuevo, se le había puesto al Racing muy cuesta arriba.

Si el tanto de Forlán no sirvió para romper la dinámica del encuentro, el de Colsa tampoco tuvo más trascendencia que la de llevar el empate al marcador.

El juego continuó siendo embarullado con un Racing voluntarioso, trabajador y muy metido en el partido, pero con verdaderos problemas en los últimos metros, y con un Atlético que estaba recordando muy poco al de hace sólo unos días, cuando dio todo un recital ante su entregada afición. Eso sí, mientras que unos, los 'colchoneros' estaban dejando pasar el tiempo a la espera de alguna otra oportunidad, otros, los cántabros, estaban poniendo toda la carne en el asador. Si fuera por méritos, el resultado podría considerarse justo. Si fuera por ganas, por empeño, por trabajo, el marcador era, evidentemente, corto para los cántabros.

Ligero cambio

Tras el descanso, las cosas no variaron mucho, aunque sí lo hicieron lo suficiente como para que el partido tomara un cariz ligeramente diferente. El conjunto santanderino mantuvo el mismo discurso, ese que le da tantos problemas pero que en casa parece estar obligado a asumir. Eso sí, los jugadores verdiblancos aumentaron un poquito la intensidad de su presión. Y le dio sus frutos. El Atlético ahora tenía más problemas para iniciar el juego en su propio campo y ya no tenía tantas facilidades para salir con rapidez a la más mínima oportunidad.

Con este panorama sobre el terreno de juego llegó la jugada polémica del partido. Tchité se plantó sólo ante De Gea que, fuera del área, cometió falta sobre el delantero africano del Racing, el cual, pese a todo, culminó trastabillado la jugada con un remate que Perea evitó que se convirtiera en gol. Los jugadores del conjunto santanderino rodearon al árbitro pidiendo la expulsión del portero. Pero el lío se saldó con una amarilla a Tchité y con los habituales gritos de 'manos arriba, esto es un atraco', algo a lo que parece haberse abonado el Racing en estos partidos contra el conjunto madrileño. El partido había cambiado. No puede decirse que esa variación fuera del todo favorable al Racing. No. El panorama era otro. El encuentro estaba más abierto. Era ya de esos denominados de ida y vuelta. Las transiciones eran ahora más verticales, sin demasiado peligro, cierto, pero con una mayor vocación ofensiva.

El intercambio de golpes fue vistoso, pero sólo eso. No sirvió para que ni unos ni otros pudieran cerrar el partido con un resultado diferente al que reflejaba el marcador, un empate que no sirvió para sellar viajas heridas. Para eso está el partido del jueves, en el que el Racing deberá mejorar si quiere tener alguna opción de pelear por un puesto en la final de la Copa. Complicado, sí. Posible... ya se verá.

Fuente: El Diario Montañés


Publicado por Castro2 @ 18:57 | 0 Comentarios | Enviar

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