Viernes, 22 de enero de 2010

Toca sufrir en Pamplona

El Racing desperdició su oportunidad de decidir prácticamente la eliminatoria de cuartos dejándose marcar un gol por el Osasuna con el tiempo casi cumplido para acabar ganando con el marcador más incómodo. La cuenta es clara y cruel: con un 2-0, los hombres de Camacho necesitaban imponerse allí por 3-0 para eliminar al Racing; con 2-1, el resultado final, el 1-0 supone la eliminación de los de Portugal. De cualquier manera, el Racing ha pegado primero y se ha acercado un poco más a su objetivo, porque es el Osasuna el que lleva la soga al cuello, aunque no esté muy prieta.

El arranque del partido resultó fulgurante. No había pasado un minuto cuando el Racing dispuso de su primera ocasión de gol, una combinación entre Toni Moral y Xisco que acabó en nada, pero que sirvió para caldear un poco el ambiente que enseguida empezó a perder temperatura. Lo cierto es que un encuentro de alternativas y juego vertiginoso se salía del guión previsible para un choque entre Racing y Osasuna. Fue cuestión de tiempo que desapareciera tanta precipitación.

Un susto del Osasuna, que obligó a Mario a lucirse, fue suficiente para imponer respeto, aparcar el entusiasmo y que cada rival exhibiese su verdadero rostro. El Racing, empeñado en mover más el balón y construir jugadas desde atrás a pesar de sus limitados recursos y la forzada conexión entre cada una de sus líneas; el Osasuna, aguantando sin sufrir demasiado los embates deshilvanados de un contrario obligado a tomar la iniciativa por aquello de jugar en casa. En definitiva, un equipo que antes de llegar a Santander ya había hecho sus cálculos respecto a una eliminatoria que tiene segunda parte en el Reyno de Navarra.

Otra cosa es hablar de la competición en sí, del chollo que ha supuesto llegar a cuartos sin más obstáculos que el Salamanca y el Alcorcón, y toparse con el Osasuna, el contrario más asequible a estas alturas y que también se ha encontrado con una Copa del Rey con eliminatorias de rebajas.

Juego pesado

De vuelta al campo, resultaba difícil entender cómo ambos protagonistas eran capaces de simultanear un juego pesado y soso con ciertos nervios. La extraña mezcla dio como resultado una cosecha de media docena de tarjetas en el primer periodo para nada que se vio.

El Racing no funcionaba. Los dos cambios introducidos en la alineación se dejaron sentir, aunque no exactamente para bien. Delante, Toni Moral, a pesar de su indiscutible voluntad, no admitía comparación con el recuerdo de Óscar Serrano. Detrás, Moratón, sustituto de Henrique, había caído en una defensa con mal día: los errores de los centrales y la falta de velocidad de los laterales casi fueron un problema. Y todo eso teniendo en cuenta que enfrente había un once armado con suplentes.

Y, ¿qué hacía mientras el chaval? Pues lo que podía, porque después de una serie de partidos en los que, palabras de Munitis, jugó «como los ángeles», le tocó jornada de trámite. Es cierto que se le vio demasiado exigente consigo mismo, lamentándose amargamente de cualquier fallo, por mínimo que fuese: un exceso de responsabilidad lógico en unos días de tanta presión y locura para Sergio Canales.

En el último tramo del primer tiempo el Racing recuperó la iniciativa, merodeando por los alrededores del área de Roberto pero sin terminar de hallar un camino claro hasta la portería.

No deparó grandes cambios la vuelta al césped tras el descanso. Más de lo mismo, con idénticos protagonistas.

Un disparo de Xisco, con buena intención, pero fuera, fue lo único destacable durante el primer cuarto de hora de este segundo episodio. Por lo demás, nada.

Con el partido así de trabado, el empate del marcador era difícil de mover como una pesada losa. Tuvo que ser el veterano Colsa, en un destello, quien diese el necesario meneo. Enganchó un pase de Toni Moral, que había subido por el área, para lanzar un pepinazo imparable desde una distancia de 30 metros directo a la red. Era el minuto 63, es decir, aún había muchos minutos por delante pero pocas posibilidades de otra conjunción astral que diese origen a otro gol, de forma que Portugal apostó por administrar la renta. Hizo salir a Sergio Canales, agotado, con una amarilla en la espalda y, probablemente, no muy conforme con su actuación, y colocó en su lugar a Diop: un habitual del doble pivote trabajando como media punta en labores de defensa muy adelantado. Contra todo pronóstico, al Racing se le concedió otro deseo: precisamente Diop, en otra acción milagrosa, decidió tirar desde fuera del área para marcar, con rosca incluida, uno de los goles de su vida. Mientras, la grada, que llegó a resignarse a sestear pese a haber tenido que pagar entrada, se convirtió en una fiesta, con un 2-0 que daba boleto directo a la semifinal con escala en Pamplona. Camacho, y el Osasuna con él, sufrió un ataque en cuanto vio que los cálculos se le desbarataban ante un resultado demasiado generoso para sus cuentas raquíticas. Obligado a recortar, y ya con gente más competente en el once, mandó atacar sin descanso.

Apuros de última hora

Lograron poner en aprietos al Racing, y obligaron a Mario a realizar su segunda gran intervención de la noche, un despeje que le valió oír su nombre coreado por la afición.

Insistieron, y al final obtuvieron recompensa. Fue en un contragolpe, con el que inexplicablemente sorprendieron a un Racing que, ahora sí, debería haber estado centrado en amarrar el resultado. Pandiani dejó en ridículo a Christian, incapaz de contenerle, y convirtió lo que iba a ser un garbeo por Pamplona en una visita al infierno.

Fuente: El Diario Montañés


Publicado por Castro2 @ 15:52 | 0 Comentarios | Enviar

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