Poco le ha hecho falta a Nicola Zigic para recordar al jugador que hace un par de temporadas fue vital para el Racing. Apenas 65 minutos. Justo el tiempo en que tardó en marcar su primer gol en su nueva etapa como racinguista.
El serbio, el mejor regalo de Reyes posible para el equipo verdiblanco, fue el de siempre, el que recordaban todos y cada uno de los aficionados cántabros y el que esperaba todo el mundo en el club. Trabajó en defensa, con una presencia determinante en las jugadas a balón parado, se cansó de peinar balones al resto de sus compañeros del ataque y marcó dos goles. Uno se lo anularon por fuera de juego. El otro supuso tres puntos importantísimos para su nuevo equipo, que se consolida ya en la zona tranquila de la clasificación tal y como había reclamado su entrenador, López Muñiz.
Algunos cambios
Tal y como cabía esperar, el Racing modificó su juego habitual. Y es que la presencia de un jugador como Zigic en el equipo es para tener muy en cuenta. Si en otras ocasiones el conjunto santanderino ha buscado más la elaboración de las jugadas, ayer, con el serbio ya sobre el campo, su fútbol fue mucho más directo.
El delantero balcánico fue la referencia que de forma continua buscaron sus compañeros, sobre todo los dos centrales y el portero, Toño, ya que los hombres del centro del campo bastante tuvieron con anular el juego en esa zona del equipo castellano. Esta situación, que no es en absoluto nueva para los aficionados verdiblancos (sólo hay que echar la vista un poco atrás y recordar la etapa de Portugal), trajo en jaque al Valladolid, que se encontró con verdaderas dificultades para frenar el juego de los cántabros basado, sobre todo, en el aprovechamiento de alguno de los innumerables balones tocados por el serbio.
En cualquier caso, este dominio no se tradujo en ocasiones de gol. Sólo un remate al poste de Marcano en el último minuto de la primera parte llevó algo de inquietud a la congelada grada del Nuevo Zorrilla. Diferentes, aunque sólo sea un poco, fueron las cosas en la otra portería. Alguna acción aislada de Goitom, bien controlado por Garay y César Navas, y un disparo lejano de Pedro López en el saque de una falta fue el bagaje ofensivo de los vallisoletanos.
El partido se perdió durante muchos minutos en una enconada pelea en el centro del campo en donde los balones perdidos por ambos equipos fueron mucho más numerosos de que cabría esperar. Y con este panorama el encuentro sólo podía recibir un calificativo: malo. En cualquier caso, el conjunto de López Muñiz parecía tener controlado el partido. No creaba demasiado peligro, cierto, pero tampoco pasaba por demasiados apuros ante un equipo que este año se está mostrando como un rival a tener muy en cuenta cuando actúa ante sus aficionados.
Tras el descanso, las cosas cambiaron. Primero, porque el Valladolid se mostró algo más ambicioso. Segundo, porque el Racing sí estuvo acertado ante la portería de Villar.
El serbio, bien colocado, aprovechó un muy buen centro de Iván Marcano y el error en la salida del portero paraguayo del equipo pucelano para poner por delante en el marcador a los suyos. Era el premio al gran trabajo que estaban haciendo todos y cada uno de los componentes del equipo cántabro.
El gol hizo daño al Valladolid, que intentó de todas las formas llegar hasta la portería de Toño. Pero no pudo hacerlo. Ayer era el día del Racing... y de Zigic. Y es que cualquier otro resultado que no fuera el que al final mostró el marcador del Nuevo Zorrilla habría sido, justicias o injusticias al margen, un borrón en el debut del gigantón serbio en su segunda etapa como racinguista.
Fuente: El Diario Montañés