Tres puntos más, la salvación virtualmente firmada y de nuevo en la UEFA. Esta es la renta que ayer sacó el Racing de su visita al Nuevo Zorrilla, en donde se enfrentó a un Valladolid que nada pudo hacer ante la eficacia del juego de los hombres de Marcelino que, una vez más, dieron una lección de cómo se debe comportar un equipo sobre un terreno de juego. Al menos la dieron en la segunda parte, ya que en la primera, como si se hubieran contagiado de la inoperancia del conjunto local, sestearon hasta aburrir a los más de 2.000 seguidores verdiblancos que 'tomaron' el campo vallisoletano.
El partido comenzó de una manera extraña, y es que cuando uno no quiere, dos no discuten. Esto, trasladado a un partido de fútbol, es lo que ocurrió ayer en el Nuevo Zorrilla entre un Valladolid muy limitado y un Racing demasiado tendente a la especulación. Ninguno de los dos equipos parecía decidido a coger el mando del un partido que, en algunas fases, sólo podía calificarse de una manera: Aburridísimo. Vamos, un verdadero tedio.
Pobre encuentro
Las ocasiones brillaban por su ausencia, aunque ni siquiera esto, malo de por sí en cualquier partido, era lo peor. Había otras cosas que hacían aún más pobre el encuentro. La ausencia casi completa de sensación de peligro en una u otra portería; la imprecisión en prácticamente todos los pases; los despejes fallidos... vamos, todo lo que un equipo de Primera no debe hacer fue el repertorio de despropósitos que vallisoletanos y cántabros ofrecieron a los casi 20.000 aficionados que presenciaron el encuentro en el campo de la ciudad castellana. Por estar fallón, lo estuvo hasta el árbitro, que señaló dos fuera de juego,uno para cada uno de los contendientes, al menos discutibles, sobre todo el que acabó con un remate de Smolarek que superó a Asenjo.
El equipo de Marcelino trató de que los castellanos asumieran la responsabilidad del controlar el juego, aunque lo intentaron sin éxito alguno. No es que no quisieran, no. Daba la sensación de que si no lo hacían era porque no podían. Y ante esta situación el partido se perdió en mil y un pases en el centro del campo, en un cuerpo a cuerpo interminable en zonas demasiado lejanas a las porterías. Se perdió en un juego lento, poco ofensivo y excesivamente pobre.
Giro de 180 grados
Pero algo debió decirles Marcelino a los suyos en el vestuario porque tras el descanso el Racing fue un equipo diferente. Las acciones eran cada vez más verticales, los movimientos arriba comenzaban a sacar al aire todas las carencias defensivas del Valladolid y el centro del campo, sobre todo cuando entraron Colsa y Serano, fue verdiblanco. Sólo con esto el Racing se hizo dueño y señor del partido y comenzó a vislumbrarse en el horizonte la posibilidad de conseguir una victoria que parecía anunciada con las ocasiones de Jorge López, Oriol o César Navas. El Racing era otro y el partido también, aunque Vivar Dorado, a puerta vacía, pudo hacer algo de provecho para los intereses de su equipo. Y en una de estas llegadas del Racing, quizá en la más complicada para conseguirlo, llegó el gol. Un balón centrado desde la banda izquierda por Óscar Serrano fue rematado de forma casi acrobática por Duscher que, con una suave vaselina, supero a Asenjo. Era un tanto que valía su peso en oro, no sólo por lo que supone para el equipo en la clasificación, que ya es bastante, sino por lo que tiene de bálsamo anímico tras la derrota copera sufrida ante el Getafe.
Fuente: El Diario Montañés