En cuanto me meneo, siempre aparece un Pepito Grillo que me recuerda que no soy 'pata negra'. Vale, lo reconozco, me suena a chino cuando me cuentan esos viajes en guagua para ver al Mirandés o al Mármoles Marcial, donde se forjaron las leyendas de la hinchada.
Tenemos, por ejemplo, a Blas, un clásico de la Peña Zalo que con 84 años ha tenido el humor de venirse a Getafe a rueda, o a Pepe Barros, que no perdona una, aunque ya se haya acostumbrado al avión. Quede claro que tampoco pensé nunca en competir con ellos.
A eso daba vueltas ayer al mediodía, cuando cogimos el autobús. ¿Cómo cambian los tiempos! A todo lujo y con paradita en Lerma para zampar el bocadillo de rigor (los profesionales salieron antes y comieron lechazo en Aranda). Ni parecido a ese tostón de antaño con alto en la estación de Burgos, donde siempre hace frío y parecía que te iba a salir un gabardino en el baño. Eso es lo más que he llegado a sufrir, cuando lo peor de ir a Madrid era casi tener que ver a la fuerza películas de Fernando Rey.
En esta ocasión me he sentido, pese a ser ya talludito, como un chavalín al que invitan a formar parte de una cofradía de postín. Soy novato, pero las peñas me tratan como si me hubiese ganado el asiento en la guerra, y eso está bien.
Un viaje sin sobresaltos
Me temía más borrachos en el viaje, pero no ha habido gran abuso ni largometraje horrible, lo que me ha supuesto un alivio. A cambio, fuente de Cacho hasta que el agua me salía por las orejas. Decía don Miguel Ángel Revilla que hay que hacer crecer el repertorio; a mí, humildemente, me parece que con lo puesto vamos servidos y que a partir de ahí y con unas cuantas cervezas ni nos aclaramos. Aquí, un aparte. Si el presidente tiene una idea, pues yo no voy a ser menos: ¿podrá ganar 'La fuente de Cacho' al 'Chiki-Chiki' para Eurovisión? Después de experiencias de Copa como la de San Mamés, un campo realmente antipático para quienes no somos de ese sentir, Getafe es el paraíso. ¿Se puede ir por la calle con la camiseta de Munitis sin ser un «puto español»! Otro detalle: cuando llegaron los autobuses apareció un práctico como los del puerto, pero de aparcamiento, y no hizo falta dar ni dos vueltas. Muy profesional.
No lo tuvo tan sencillo el bus del equipo, que llegó tarde por los atascos y seguro que con Marcelino atacado de los nervios. Al menos, eso dio tiempo para hacer un recibimiento histórico, con pasillo incluido. Eso se puede ver en las fotos, a pesar de que por primera vez había gente que no quería salir (no digo nombres, pero tú sabes que nos dijiste que no te sacásemos porque habías cogido una baja en el trabajo).
Lo de hacer del Coliseo un 'Minisardinero' fue algo más que una forma de hablar: llenamos todo el fondo Norte y hubo más color ahí que en todo el resto del campo, a pesar de las banderitas que repartió el Getafe.
Mucha emoción
Al descanso, llamé a Fernando Ortiz, el chérif de las peñas, para preguntarle si había visto a alguien conocido por su zona -aunque con las elecciones cerca, era día de palco- y le noté un poquito serio.
-¿Qué te pasa? ¿Vamos a uno!
-Estoy roto. Es mucha emoción y no estoy acostumbrado. Hasta se me han saltado las lágrimas.
-Pues adiós (es que no soy muy sentimental).
Pese a mi poco corazón, la segunda parte me dejó algo tocado. Hasta pensé en frases del tipo «mejor vivir un día de león que cien años de cordero» -no concreto la procedencia- para rehacer mi espíritu. No sé. Todos alrededor estaban muy esperanzados con el 'efecto Sardinero'. Ojalá sea así. Yo sólo pido, ahora que me subo al bus de vuelta, que la película no sea de Fernando Rey.
Fuente: El Diario Montañés