Más emoción, imposible. El Racing se jugará su futuro en la Copa del Rey ante su afición, en un Sardinero que volverá a vestir sus mejores galas para llevar en volandas a un equipo que lo necesita más que nunca. Y lo necesita porque ayer cosechó una abultada derrota en su visita a Getafe, en donde se topó con un equipo más ducho en estas lides y que presumió de una eficacia abrumadora. Tres disparos sobre la portería de Toño y otros tantos goles. Más no se puede pedir. Bueno, sí, que el conjunto de Marcelino no hubiera marcado su golito, porque es a ese tanto al que se aferra como un niño a su madre el equipo santanderino para pelear por la final del Bernabéu. El antecedente está claro. En el partido de la primera vuelta de la Liga en el campo santanderino. Los cántabros se llevaron la victoria por 2-0, un resultado que les daría el billete directo para el que sin duda sería el partido más importante de la historia del club verdiblanco, la final.
Como siempre
Como si fuera uno más de los treintaitantos encuentros que ha jugado ya en esta temporada. Así afrontó el partido contra el Getafe el Racing. Poco importaba que se tratara de la primera semifinal de la Copa del Rey de toda su historia. Tampoco parecía tener la más mínima importancia la entidad de un rival algo más acostumbrado a este tipo de batallas. El Racing siguió, como en otras tantísimas ocasiones, a lo suyo. A poner en práctica el juego entregado de siempre. A mostrar sobre el terreno de juego todas y cada una de sus virtudes. Ya se sabe, la presión agobiante, la velocidad en las salidas, las ayudas en todas las zonas del campo, la solidez defensiva... vamos todos y cada uno de los rasgos que han definido a los de Marcelino desde que éste se hizo cargo del banquillo del club santanderino. Sin embargo, pese a que los cántabros estaban haciendo las cosas más o menos bien, fue el conjunto madrileño el que tomó la iniciativa. Primero lo hizo en el juego, algo que tratándose de un Racing que se siente cómodo en este tipo de situaciones no extrañó a nadie Después, eso sí fue más grave, en el marcador. Un córner sacado por Granero desde la izquierda fue rematado con total comodidad por De la Red. El gol fue un jarro de agua fría para los hombres de Marcelino que, pese a que eran los rivales los que tenían el control, no habían pasado hasta ese momento por demasiados apuros.
Sin embargo, lo que en ese momento había padecido el Racing, en apenas unos minutos cambió de acera. Una falta sacada por Jorge López fue rematada, también en solitario, por Smolarek, que robó la cartera a los centrales 'azulones'.
En apenas tres minutos, el partido había dado una alegría y un disgusto a cada uno de los equipos. Claro que por aquello del valor doble de los goles en campo contrario en este tipo de eliminatorias, al Racing le escocía un poco menos el dardo del Getafe.
Cambio radical
Pero, tras haber pasado por los vestuarios, el Getafe salió a por todas... y el Racing a por ninguna. Los hombres de Marcelino se quedaron encerrados en su área ante el empuje de los de Laudrup. Eran los momentos de más agobio para un Racing que, sin embargo, estaba solventando bien los problemas que le estaban planteando los madrileños. Bueno, los estaba solventando hasta que apareció Casquero, que hizo bueno el refrán del daño que hace una cuña de la misma madera. El ex racinguista aprovechó a la perfección un gran pase de Pablo Hernández para plantarse solo ante Toño, al que batió con un disparo colocado.
El segundo tanto del 'Geta' fue un verdadero varapalo para el Racing. Al menos esa fue la impresión que dio, pues a partir de ese momento el conjunto santanderino estuvo a merced de los madrileños que, bien por medio de jugadas elaboradas, bien a través a acciones a balón parado, se aproximaba cada vez con más peligro al área de Toño.
Sin embargo, el Racing no es uno de esos equipos que se vienen abajo con facilidad y, aunque pueda ser una mera coincidencia, comenzó la levantar la cabeza en el mismo momento en que Munitis saltó al terreno de juego. El conjunto verdiblanco, adelantó algo sus líneas, ayudado eso sí por un Getafe que parecía conformarse con el resultado, y comenzó a rondar el área de Ustari. Eso sí, lo estaba haciendo sin generar apenas peligro. Todo lo contrario que el conjunto getafense, que en cada aproximación a Toño seguía metiendo miedo a los aficionados racinguistas. En una de esas llegadas, y pese a que Toño hizo lo que pudo con un verdadero paradón en un primer remate de Manu, el propio delantero aprovechó el rechace para marcar el tercer gol de su equipo.
El tanto fue un verdadero puyazo para el Racing que, ya la heróica, trató sin éxito de recortar una distancia que se había hecho demasiado amplia y que le obligaba a tener que recurrir a una noche mágica en El Sardinero para poder meterse en la final de la Copa del Rey.
Fuente: El Diario Montañés