
Los jugadores del Racing, junto a la santanderina Fuente de Cacho.
Escondida en medio de El Sardinero.
Inadvertida a las miradas de los turistas y de los propios habitantes
de Santander. Pequeña. Coqueta. La Fuente de Cacho, la de la canción,
está, como el Racing, el equipo la ha elegido como bandera, viviendo su
particular momento de gloria.
El actual epicentro del racinguismo radica en esta pequeña y casi oculta fuente. En cualquier cosa que se haga, desde la presentación de una campaña publicitaria, hasta una improvisada reunión de aficionados, de una u otra manera aparece la Fuente de Cacho. Y como si de rendir un emotivo homenaje se tratara, buena parte de la plantilla del equipo verdiblanco se reunió en torno a ella, quizá, también, buscando en este escondido monumento un aliado para la batalla que se presenta en las semifinales de la Copa del Rey.
Quizá algunos de los componentes de la plantilla santanderina que dirige Marcelino García Toral, quizá el propio entrenador, esperara encontrarse una fuente más imponente, un monumento de verdad importante. Pero no. la Fuente de Cacho es mucho más modesta, como lo es el propio Racing. Es una fuente que poco tiene que ver con las de Cibeles o Neptuno, en Madrid, o la de Canaletas, en plena Rambla barcelonesa. La de Cacho es una fuente más, casi como cualquiera otra de las muchas que existen en prácticamente todos los pueblos de Cantabria. La única diferencia es que ahora, en torno a ella se dado cita el racinguismo.
Amplia representación
Y en representación de ese racinguismo, el club quiso reunirse junto a la Fuente de Cacho. Con el presidente, Francisco Pernía, a la cabeza, el Racing se dio cita en la emblemática fuente de El Sardinero.
Allí acudieron desde el técnico, Marcelino García Toral, acompañado por todo su equipo técnico, hasta el último de los componentes de la plantilla verdiblanca. Pinillos, el capitán; Tchité y Smolarek, los fichajes estrella; Serrano, Toño y Oriol, algunos de los más veteranos en la plantilla; y Sarmiento o Iván Bolado, algunas de las jóvenes promesas, no faltaron a la cita. Allí estuvieron. En torno a la Fuente de Cacho. El centro neurálgico de un racinguismo que, por una vez en su vida, tiene motivos para soñar.
El actual epicentro del racinguismo radica en esta pequeña y casi oculta fuente. En cualquier cosa que se haga, desde la presentación de una campaña publicitaria, hasta una improvisada reunión de aficionados, de una u otra manera aparece la Fuente de Cacho. Y como si de rendir un emotivo homenaje se tratara, buena parte de la plantilla del equipo verdiblanco se reunió en torno a ella, quizá, también, buscando en este escondido monumento un aliado para la batalla que se presenta en las semifinales de la Copa del Rey.
Quizá algunos de los componentes de la plantilla santanderina que dirige Marcelino García Toral, quizá el propio entrenador, esperara encontrarse una fuente más imponente, un monumento de verdad importante. Pero no. la Fuente de Cacho es mucho más modesta, como lo es el propio Racing. Es una fuente que poco tiene que ver con las de Cibeles o Neptuno, en Madrid, o la de Canaletas, en plena Rambla barcelonesa. La de Cacho es una fuente más, casi como cualquiera otra de las muchas que existen en prácticamente todos los pueblos de Cantabria. La única diferencia es que ahora, en torno a ella se dado cita el racinguismo.
Amplia representación
Y en representación de ese racinguismo, el club quiso reunirse junto a la Fuente de Cacho. Con el presidente, Francisco Pernía, a la cabeza, el Racing se dio cita en la emblemática fuente de El Sardinero.
Allí acudieron desde el técnico, Marcelino García Toral, acompañado por todo su equipo técnico, hasta el último de los componentes de la plantilla verdiblanca. Pinillos, el capitán; Tchité y Smolarek, los fichajes estrella; Serrano, Toño y Oriol, algunos de los más veteranos en la plantilla; y Sarmiento o Iván Bolado, algunas de las jóvenes promesas, no faltaron a la cita. Allí estuvieron. En torno a la Fuente de Cacho. El centro neurálgico de un racinguismo que, por una vez en su vida, tiene motivos para soñar.